domingo, 9 de agosto de 2020

LA VISITA

Este cuento fue escrito en París en 1966 y su tema, el abuso de autoridad, está hoy más vigente que nunca. Nada ha cambiado.


 Por Germán Uribe

 

 Bogotá.-  El señor Pedro José Triana, con cédula de ciudadanía número 88548 de Suba, se hizo presente en nuestras oficinas de redacción para denunciar el siguiente hecho: Juan de la Cruz Boada, familiar suyo, se encontraba a las cuatro de la tarde del 28 de abril vendiendo masato en la carrera 13 con calle 12.

 Se presentaron dos policías, quienes en forma totalmente arbitraria trasladaron al vendedor Boada a la estación Cien, en donde un capitán de la policía dio orden de que el masato fuera repartido entre el personal policivo que se encontraba en la dependencia y de que el carrito en el cual lo transportaba, avaluado en unos 700 pesos, fuera destruido y botado a la basura, lo cual se hizo de inmediato.

 Esa noche el vendedor Boada fue encarcelado hasta las 11:00 a.m. del día siguiente. Nosotros queremos protestar enérgicamente - dijo Pedro José Triana - porque este era una forma de nuestro sustento diario y se nos ha sido injusta y brutalmente destruido.

Noticia tomada de un periódico colombiano.

 

 

                                     Policías en Bogotá agreden a hombre mayor, vendedor ambulante. Mayo 2020




Me dijeron que llenara el vaso que me pagarían después que no fuera ladrón que yo era un corrompío y que me llevaban pa la cárcel.

Cándido Santacruz

Que desde hacía mucho tiempo unos muchachos habían dicho en la inspección que yo compraba cosas robadas y yo no sé qué más y que yo eso me dijeron les pagaba poco y luego dizque las vendía caras en unos lugares que me harían confesar aunque fuera a la fuerza eso me dijeron.

37 años

Cuando yo traté de defenderme explicándoles que hablaban con un hombre honrado y trabajador hogareño y juicioso que no tenía otra mujer que la mía y más hijos que los siete questa miá dáo aunque ahora estamos esperando el otrico pa diciembre cuando yo les trataba de decir todo esto uno de ellos llamó por teléfono y no fue sino que lo hiciera pa que al ratico viniera la policía en un carro grande con dos agentes delante.

Cédula de ciudadanía número 3789765 de La Esmeralda

Y entonces el cachuchón ese dijo móntenlo con carro y todo móntenlo atrás me agarraron de por todas partes y me echaron al suelo con mi carrito y todo y me empujaban y insultaban y decían cosas que no son ciertas válgame dios si me las había imaginao.

Estado civil: casado.

Mujer: Custodia Botache.

Hijos: Ismael, Ceferino, Pedro María, Juan Nepomuceno, María Angelita, Etelvina y Matildita.

Cuando llegamos al cuartel me entraron a una pieza grande que ni bancas tenía con el carrito de masato y con unos vasos partidos y más lueguito llegó el teniente Montoya o Bedoya que ya ni me acuerdo.

Usted es un ladrón y un corrompido, ya lo teníamos fichado. Nosotros sabíamos desde hace mucho que por ese lado operaba una banda de ladrones dirigidos por el carepanela y que no solamente entrenaban a jóvenes inocentes y necesitados para el robo sino que, aprovechándose de su ingenuidad, los obligan a prestarse para ofrecérselos a algunos homosexuales que frecuentaban la calle 15. Sabemos perfectamente que al carepanela ese lo vamos a cazar un día pues ahora será más fácil ya que aquí tenemos a su gran mediador quien nos confesará todo. ¿No es cierto? ¡Sargento!

- ¿Mi teniente?

- Llame al personal en servicio.

- Sí, mi teniente.

- Oigan todos, todos: que pasen al hueco. Mi teniente los llama.

- Mi teniente, mi teniente, mi teniente, mi teniente, mi teniente, mi teniente, mi teniente, mi teniente.

- Mienten

- ¿Cómo dijo?

- No oí, mi teniente.

- Rómpale la cara.

- ¿Repetí?

- MIENTEN

M-I-E-N-T-E-N MIENTENmientenmientennnnnnnn

¡Ay!

Entonces fue cuando el cabo Sanabria que se me va a olvidar ese arrastrao propuso que se jartaran de masato y que brindaran por la patria y por la justicia y que con agentes y policías como ellos no podrían prosperar ni ladrones ni mendigos ni corrompíos y yo no sé por qué se me dio por preguntar una cosa cuando se me tomaban el masatico.

Lugar de trabajo: calle 13 esquina de la carrera 2

Yo veía que se habían olvidao de mí que estaba en el suelo pero seguían hablando de un ladrón y un corrompío y yo no sé que más cosas que ya ni me acuerdo y yo me daba cuenta que ni me miraban que ni me conocían que ni les importaba pero parecía que me necesitaban para poder decir todas esas cosas y para poder acusar injustamente a alguien pues tal vez el carepanela ese era muy jodido y los había vacilao mucho y ellos estaban enverracaos con él y yo comprendí que era eso que querían aprovecharse del primer pendejo que agarraran y me pareció normal que el teniente fuera un hombre inteligente y ilustrado que podía entender lo que yo le fuera a decir pues uno sabe que los policías son brutos pero que los tenientes son elegantes y van dizque a la academia a estudiar y prepararse para los desfiles y las procesiones y entonces se me ocurrió decirle algo aunque me daba miedo pues yo les veía esa risa y esos dientes de oro que pelaban todos puercos y que por más que fueran de policía no podían ser de oro verdadero.

- Teniente

- Mi teniente, cabrón, más larguito pero menos peligroso.

- Mi teniente usté me perdona que yo quiero saber una cosa

- Cállate.

- Déjalo.

- Mi teniente, mi teniente, mi teniente...

- Déjenlo.

- De onde han sacado ustedes ese cuentico de que yo soy corrompío yo no entiendo que quieren decir con eso aunque es cierto que yo he visto los muchachos robando y vendiendo las cosas pero le juro por mi madre santísima y empecé a llorar como una mujer y ellos se rieron de mí y me llamaron marica y otras groserías.

Denominación del oficio: vendedor de masato

El teniente me cogió por la camisa y me levantó y después de que intentó darme una cachetada y me empujó contra la pared pues yo creí que estaba muerto de la rabia o que yo le había dicho algo maluco.

- Te han visto con muchachos detrás del estadio

( M-u-c-h-a-c-h-o-s-e-s-t-a-d-i-o )

- ¿Entendió?

Y le dio una patada al carrito que lo desbarató todo el masato se regó por el suelo y ellos comenzaron a reírse y a decirme mujer a contar historias entre ellos y el uno decía que dizque me iban a hacer recoger el masato con la lengua echarlo a un vaso y tragármelo de nuevo y que eso no era nada que cuando me hicieran el juicio ya iba a ver qué era lo que ellos le hacían a los hampones para que confesaran rapidito y que sobre todo los maricas y corrompíos eran muy débiles y muy mujeres y contábamos todo con tal que no nos hicieran vamos nada.

Ahora mamá tú podrás comprenderme yo te he dicho toda la verdá por dios que esta es toa la verdá yo no tendría por qué ocultarte nada pues usté mamacita fue la que me trajo al mundo aunque fuera a sufrir y me conoce desde antes de nacer y cómo era yo cuando chiquito y sabe si miento o no claro que estos desgraciaos no me creen y por más que trataba de explicar ellos creían que les estaba mintiendo o que era que fingía ser débil y no saber más Custodia me dijo que había ido a misa y que había rezado por mí y que dizque el patrón de la casa donde trabaja Sirelia  que es abogao había dicho que yo no tenía la culpa que tan sólo me podrían tener unos cuantos meses pero que eso no era nada y que si yo quería él podría venir un día a ver en que me podía ayudar que tan sólo había que pagarle unos 200 pesos en caso de que yo quedara libre pero que por ahora yo tenía que darle 50 y Custodia recogió 30 que teníamos guardaos pero nos faltan esos 20 y en la carta Custodia me contó de los niños y de Ceferino que está construyendo un nuevo carrito y que piensa ir la semana entrante con un masato que piensan hacer las muchachas y que de ahí recogerán el dinero para darle al abogado pero usted sabe mamacita que yo no puedo convenir que me tengan por nada y que no me lleven a donde un juez imparcial pa que me deje decir toda la verdá por eso yo le escribí a Custodia diciéndole que te dijera que no creyeras los cuentos y que tuvieras un poco de corazón de madre y me ayudaras a sacar de aquí aunque fuera con el préstamo de los veinte pesitos pa pagar al doctor que está muy interesao en mi caso.

- Agente Ospina.

- ¿Mi cabo?

- Retire al preso. Se terminó la visita.

París, 1966.