domingo, 6 de septiembre de 2009

La prensa en tiempos de crisis


Por Germán Uribe
guribe3@gmail.com

Un buen periódico es una nación hablándose a sí misma.

Arthur Miller


Con cuánta razón se afirma que “en tiempos de guerra, el periodismo es propaganda”. Así ha sido a través de la experiencia histórica y así seguramente será en los conflictos bélicos que le restan a la humanidad. Sin embargo, repasando algunas de las crisis de mayor envergadura en los últimos tiempos, al menos en lo que toca al continente americano, hay que ver de qué manera, antes de que las guerras conduzcan a la prensa a un nivel aterrador de sesgo y parcialidad al lado de uno u otro de los actores confrontados, ella ha sido el factor decisivo para que los pueblos conozcan, y en algunos casos entiendan, cuáles han sido las causas que dieron origen a lo que después terminaría convirtiéndose en crisis.


Fue merced al efectivo e implacable papel fiscalizador de la prensa de sus respectivos países, desde Norteamérica al Cono Sur, que sucesos como el Watergate de Nixon, o el destape y posterior juicio y castigo a los Videla, los Pinochet y los Bordaberry, para no mencionar a los Batista, Somoza, Stroessner, y tantos más, sometidos en cárceles algunos, o muertos los otros bajo el escarnio público, que estos tenebrosos personajes políticos alcanzaron a ser tocados por el riguroso juicio de la Historia y de los hombres.

Se sabe bien que los poderes económicos, militares y congresionales, inspiradores, redactores y defensores de unas instituciones acomodaticias y al servicio de intereses privilegiados y excluyentes, siempre han hecho lo necesario para conservar un estatus quo que consolide y encubra la corrupción, la justicia clasista, la politiquería cómplice, la desigualdad, la nula inversión social, la pobreza e ignorancia y los favoritismos.


Ahora bien, lo que han venido racionalizando tales poderes es la manera como aquel otro poder, al que llaman cuarto, se les ha venido convirtiendo en su más peligroso y en veces letal enemigo, y de allí que la prensa libre de cualquier nación, sufra constantemente los embates de una persecución que no ha tenido empacho en cobrar la vida de decenas de periodistas.

Nada muestra un cuadro más cierto y aleccionador con respecto a lo que vengo diciendo que lo que por estos días ocurre en Colombia. Desde la épocas del General Rojas Pinilla no habíamos sido testigos, como lo somos hoy, de una mayor y mejor manera de despertar conciencia nacional, y de paso buscar por depurar al país, como lo que vemos que viene haciendo la prensa colombiana a través del destape de la verdad, de las denuncias por la galopante corruptela política y gubernamental y de tantos y tan acertados trabajos investigativos, algunos de mayor profundidad y oportunidad que los de la misma justicia.

Cuántos colombianos no nos venimos preguntando por estos días: Si medios como El Tiempo, Semana y Cambio no se hubieran anticipado en las denuncias sobre la para-política y la corrupción que campean hoy a lo largo y ancho de la geografía patria, ¿ alguien puede asegurar que la Justicia y el Gobierno del presidente Uribe lo habrían hecho?


Chesterton afirmaba: El periodismo consiste esencialmente en decir “lord Jones ha muerto” a gente que no sabía que lord Jones estaba vivo. Ahora, modificándolo, y para nuestro caso, podemos decir: El periodismo consiste esencialmente en decir “el paramilitarismo” está vivo a gente que pensaba que el paramilitarismo estaba siendo derrotado