domingo, 18 de agosto de 2013

El brutal ataque del que fui víctima

Por Germán Uribe



 He resuelto regresar contando tal cual lo narré “en caliente” a Reporteros Sin Fronteras lo que me llevó a dejar por un tiempo esta columna luego de la feroz agresión a que fui sometido.  

 Después de cinco meses de cauteloso silencio, empujado de nuevo por esa fuerza que permanentemente mueve los hilos de nuestra pasión por la escritura, regreso a mi columna de Semana.com iniciada por allá en 2005. Pero al hacerlo, me veo precisado a explicar mi abrupto alejamiento temporal de aquellos lectores que antes y después del ataque de que fui víctima en mi finca Alekos de Subachoque, han permanecido solidarios y atentos frente a este infeliz acontecimiento. Y como no veo manera más fiel para hacerlo que trasmitiendo los detalles de circunstancia, modo y lugar, así como mi vivencia emocional dominada por el terror y el desconcierto mientras enfrentaba a la muerte, he resuelto, pues, regresar describiendo lo que me llevó a esta breve ausencia y que narrara en una de las entrevistas que concedí horas después de aquella dolorosa experiencia:

Reporteros Sin Fronteras, París

¿Violentado por sus escritos?

Periodista y escritor deja de escribir tras ser duramente golpeado

Reporteros sin fronteras denuncia con firmeza los actos de tortura perpetrados contra Germán Uribe, periodista, escritor y ex diplomático colombiano, el 28 de febrero de 2013, en la finca en donde vivía en la población de Subachoque, a menos de una hora de Bogotá. La organización hace un llamado a las autoridades para que investiguen esta agresión, con el fin de luchar en contra de la impunidad y garantizar la libertad de información.

Germán Uribe nació en 1943, en Colombia. Adelantó la carrera de Filosofía y Letras en la Sorbona, en París (Francia), lugar al que viajó con la idea de conocer al escritor y filósofo Jean-Paul Sartre. Ha publicado diez libros y escrito en numerosos periódicos y revistas en Colombia, Francia, México, y Cuba., Fue embajador (E) en Alemania y entre 1974 y 1977 ejerció también como Cónsul de Colombia en Berlín. En 1997, estableció la primera Página Literaria colombiana en Internet. Hasta su agresión, trabajaba para la revista Semana.com y el portal informativo Rebelión.

RSF: ¿Cuáles son sus temas de investigaciones en su labor periodística?

En su mayoría, mis columnas en Semana y Rebelión estaban criticando duramente al expresidente Uribe, a su entorno y a toda la recalcitrante y peligrosa derecha colombiana que él lidera, así como a quienes se vienen oponiendo a las conversaciones de paz con la guerrilla.

RSF: ¿Qué pasó exactamente el 28 de febrero de 2013?

Me tuvieron cerca de media hora secuestrado en mi finca de Subachoque (Cundinamarca), donde me encontraba solo. Un hombre, con la cara cubierta, me apuntó con un arma de fuego. Me propinó un golpe con la cacha del revolver que me ocasionó una herida en la cabeza que me hizo sangrar profusamente. Me encerró en mi alcoba, me ató las manos y los pies fuertemente, me vendó los ojos y me metió en la boca una pañoleta. Después, la policía de Subachoque descubrió que ésta tenía una inscripción que decía “Ejército de Colombia-Batallón Contraguerrilla”. Tras torturarme con puños y patadas e insultarme, y luego amenazarme con matarme, pero sin exigirme nada, intentando salvar mi vida le dije que se podía llevar todo el dinero que tenía en un cajón. Lo buscó hasta que lo encontró. Por fortuna, el administrador de la finca me comunicó por un altavoz interno que ya bajaba hasta mi casa, lo que asustó al hombre. Me acercó el revolver contra la cabeza y me dijo que me iba a matar antes de irse. Yaciendo boca abajo y amarrado de pies y manos en mi cama en medio de un charco de sangre, decidí llamar con toda la fuerza a mi empleado, lo que le hizo retirarse. Al momento, me pareció escuchar la salida veloz de un vehículo. Pese a que no vi a nadie más, le oí al hombre dirigirse con una sola frase confusa a otra persona que probablemente estaba de vigía en la puerta de la casa. Esto, y lo del carro preparado, me lleva a creer que eran varios los asaltantes. Los administradores de las fincas vecinas, advertidos de lo que estaba sucediendo, llamaron a la Policía que llegó sin demora.

RSF: ¿Sabe cuál fue el origen del ataque?

No tengo la menor idea, lo que me causa mayor zozobra. Además, desconozco el motivo, que en todo caso no atribuyo a un robo por cuanto fue por iniciativa mía que el hombre accedió a llevarse el dinero y dejarme con vida. Lo que intriga es que hayan dejado la pañoleta militar con que me habían tapado la boca. Sinceramente excluyo al ejército de esta burda torpeza de dejar semejante evidencia. La pañoleta pudo haber sido un mensaje para que silenciara mis críticas en Semana y Rebelión por parte de algún grupo fanático e incontrolable del ejército. Pudo haber sido, también, una estrategia de distracción de origen paramilitar o bandas criminales organizadas con algún otro bien calculado fin.

RSF: ¿Existe un vínculo entre sus investigaciones y su agresión?

Así como no puedo afirmarlo, tampoco puedo descartarlo, e imagino que esa clarificación nunca se dará. La impunidad en Colombia ha sido el gran combustible para que los crímenes de toda índole se vayan multiplicando día a día. Lo que sí es seguro es que él venía a darme aparentemente “una lección” y dejarme clara “una advertencia”.

RSF: ¿Denunció el ataque ante autoridad competente para que se investigue?

No puedo señalar a nadie, no teniendo la certeza del origen del ataque. Pero lo denuncié ante el Comandante de la Policía de Subachoque quien me asistió inmediatamente después. En sus manos quedó la investigación local. Por temor real y en derecho, no pensaba hacerlo ante ninguna otra autoridad, y menos judicial, debido a la lentitud y a la tradición kafkiana de la justicia colombiana.  Aparte de esta denuncia, como mi esposa es la Secretaria General de Ecopetrol, el Cuerpo de Seguridad de dicha empresa estuvo haciendo sus propias averiguaciones, reuniendo evidencias, en contacto con la Policía, el Gaula y otras autoridades regionales. Finalmente me vi precisado a hacerlo también ante la Fiscalía General de la Nación.

RSF: ¿No pidió protección a las autoridades?

Son tantas las personas -incluyendo candidatos presidenciales- que han sido asesinadas en mi país, bajo la protección de los Cuerpos de Seguridad del Estado, con la complicidad de sus “escoltas” que, francamente… prefiero vivir. Es por eso que no quiero cobijo o amparo por parte de Unidad Nacional de Protección, ni de autoridad alguna.

RSF: ¿Se quedó en Subachoque después del ataque?

No. Debo proteger mi vida por encima de todo, entonces abandoné la finca, que era mi vivienda, y a donde no pienso volver. Ahora, busco la manera de hacerme invisible, desplazado como millones de colombianos.

RSF: ¿Seguirá haciendo su trabajo periodístico?

Como mi sentido de supervivencia en estos momentos es superior a mi pasión por la escritura y el periodismo, por ahora, y no sé por cuánto tiempo más, dejaré de escribir. Estoy invadido por un temor que ruego que no sea más que una consecuencial paranoia pasajera. No obstante, sé que volveré algún día… ¡si me lo permiten!

RSF: ¿Cómo avanza su recuperación?

De los golpes y la herida en la cabeza voy recuperándome lentamente. Me encuentro aún en cama pero con los puntos que me cogieron en la cabeza que se me han venido complicando. En cuanto a la afectación psicológica y a los temores, cada día se me acentúan terriblemente.

Acotación 

A la fecha, mi recuperación física es satisfactoria aunque no plena. El porrazo sicológico continúa haciendo lo suyo sin descanso, ingeniándose unas variables en mi mente a menudo macabras. Las autoridades de policía y judiciales, y quienes espontáneamente prometieron investigar y aclarar mi caso, terminaron por hacerse más invisibles de lo que yo me propuse ser por estos meses para protegerme, aunque estuviese en ese exilio constantemente victimizado por la zozobra y el miedo. En fin… el telón sigue arriba y la “función” de mi vida aún no ha terminado.