He aquí una breve pero sintomática selección de “opiniones” que dicen de cuán difícil ha sido y sigue siendo la condición de ser mujer, cuando la incomprensión, el menosprecio, el vapuleo y la violencia les llueve desde todos los flancos.
Si en España causó “polémica”, en la Colombia de hoy, como en la España de la Guerra Civil, no provocaría cosa distinta a la condena y el repudio, sin el atenuante de esa antesala tan acostumbrada y cómoda de presentar lo escandaloso y grave, primero como polémica, y luego resignarse a dejarlo ir hacia el repudio y la condena. Me refiero a la frase que pausadamente y a conciencia plena soltara el expresidente del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior, José Manuel Castelao, un activo miembro de la dirigencia del ultraconservador Partido Popular ibérico que, de contera, es quien rige hoy los destinos de la España de Mariano Rajoy, un país en bancarrota y con más de 5 millones de desempleados que no ven ninguna luz en su horizonte.
Y es que aunque siempre invocamos a México como la cuna del más puro machismo y a Colombia como uno de los más fieles admiradores de esas expresiones tan cacareadas en rancheras y corridos, he aquí, pues, que nuestra Madre Patria parece recoger sus pasos y encaminarse ahora -y hay múltiples pruebas recientes de ello-, a seguir los malos pasos de sus hijos respecto a la mirada que sobre las mujeres, con tanto menosprecio, han dado en poner de moda los “ingeniosos” superhéroes del género masculino. Así es como el imán de la localidad andaluza de Fuengirola, condenado recientemente a 15 meses de prisión por un juzgado Penal de Barcelona por el delito de provocación a la violencia por razón de sexo, se atrevió a dejar registrada y en detalle, en el capítulo 4 de su obra, “La mujer en el Islam”, “cómo pegar a las mujeres sin dejar rastro.”
Ah, y a una de nuestras reinas de belleza se le deslizaba, sin maldad, lo reconozco, y con sinceridad la excuso habida cuenta de su inexperiencia y comprensible nerviosismo, una reflexión de irremediable fuerza cantinflesca tan histórica como histriónica: "El hombre se complementa al hombre, mujer con mujer, hombre con hombre y también mujer a hombre del mismo modo en el sentido contrario…”
Más que por infamia, por sano afán burlesco, el refrán popular reza: “Porque te quiero te aporrio”. Pero como van las cosas, entre la guerra que las ha convertido en cotos de caza y trofeos de guerra, y la violencia individual o intrafamiliar que las oprimen y agobian, parece ser que la aparente estructura inofensiva de esta frase picaresca se está transformando en una realidad peligrosa y desalmada. Mortal, si se quiere. Tanto la apreciación wildiana de que “Se mata siempre lo que se ama” como la de “Porque te quiero te aporrio”, aparentemente están sustituyendo al “te quiero” y al “amor”, por el “te uso” y “te odio”.
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