sábado, 15 de septiembre de 2012

El sexo vendiendo y la mujer perdiendo

Por Germán Uribe

Es en el universo de la publicidad en donde la segregación de la mujer, súbdita sempiterna de los excesos machistas, se hace más visible. Esta vitrina de destellos ilusorios es la encargada de arrastrar al género femenino hacia la esclavitud de su imagen transformándola en uno de los productos más “rentables” del frenético apogeo comercial de nuestro tiempo.


Ellas vienen contribuyendo, aunque sin haberlo proyectado o proponérselo, a una situación de deterioro de su dignidad y su decoro, permitiendo que se las trate como la nueva materia prima de uno de los negocios más poderosos de la era moderna. Están, pues, en manos de una publicidad sexista que, sin escrúpulos, viene conduciéndolas hacia una única y perversa valoración posible: el "objeto sexual" estereotipado como gancho de enorme atracción entre consumidores y productores de toda clase de mercancías que, probablemente también, sirve para encarecer, en relación directa con la belleza que los anuncia, los "artículos" ofrecidos.

"En los últimos años los anuncios de pantalones vaqueros, perfumes, y muchos otros productos", refiere un analista, "han ofrecido imágenes provocativas que fueron diseñadas para activar respuestas sexuales de tan amplio espectro de la población como fuera posible, para dar una sacudida eléctrica por su ambivalencia, y para apelar a menudo a los deseos bisexuales reprimidos que se piensa comportan una mayor carga emocional." Y el mismo Calvin Klein rotulaba a los pantalones vaqueros como afirmación de sexo, y añadía que "la abundancia de carne desnuda es el último intento de los publicistas de dar a productos redundantes una nueva identidad".

Simplificando, observamos a una sociedad de consumo apalancada en la utilización del erotismo y los cánones de la belleza femenina "confiscándole" sus atributos en aras de alcanzar unos propósitos expansivos de tipo comercial.

Sin embargo, previas estas apresuradas observaciones, la preocupación que me mueve en esta ocasión es otra.

De entrada sé que abordando este tema como lo haré, inculpando también a tantas de "ellas" que no han reflexionado frente a la sutil maniobra, quedo expuesto a su irritación. No importa, porque lo que importa, sí, es evitar generalizaciones insinuando que lo son todas por su condición de género. De igual manera, también importa mencionar a manera de respetuosa súplica para que modelos y publicistas revisen lo que viene sucediendo, los excesos del día a día en la sugestión sexual como instrumento de persuasión mercantil.

Y es que en asuntos de banalidad, impresionan los "avances" y la "frescura" desbocada de tantas mujeres en la televisión colombiana de estos días. Hace algunos años pensaba que el colmo consistía en la transmisión de unas cuñas publicitarias en donde la "mujer-objeto", con su consentimiento, era manipulada y degradada, lo que de por sí ya era censurable.

¡Pero qué decir ahora!

Algunas mujeres, naturalmente entrampadas y encandiladas por la fama y la fortuna, sin pundonor ni recato, están ofreciendo los encantos exquisitos de su cuerpo en cuanta promoción comercial las requiera, promocionándolo todo a cambio de una efímera prosperidad. Dinero para vivir bien y fama para seguir acumulando dinero en el mismo oficio. Pero tales "modelos", en esta carrera enloquecida, y sin racionalizarlo bien, están matando ellas mismas la gallina de los huevos de oro. A diario rebotan de la pantalla a nuestras miradas ávidas tal cantidad de senos sublimes y voluptuosos, cinturitas eróticas, piernas seductoras y “derrière” pluscuamperfectos, que no tardará la hora en que aquellas miradas libidinosas, terminen por saturarse.

Ya la sabia expresión popular tras siglos de experiencia lo señaló: “Bueno es culantro pero no tanto”.

Y es que para nadie es un secreto ni constituye vergüenza lo que la madre natura con generosidad gratificante les entregara a ellas para hacer florecer doblemente la vida con sus dones para la creación y el placer, ya que cuánta fascinación "perturbadora" no está contenida en sus cuerpos; cuántas pasiones embriagadoras no despierta su desnudez; cuánta valía no tiene para el hombre su piel cautivante, sus líneas sensuales, sus contornos, sus colinas y sus profundidades. Pero si la ración diaria que se nos ofrece es siempre la misma, invariable, si todos los días estamos precisados a alimentarnos sólo de coliflor o de atún, si ya no es un enigma nada y el atractivo del misterio y la magia, de lo por descubrir o de lo cambiante se pierde en la monotonía de una reiteración, aquí y ahora estamos comenzando a perder todos: hombres, mujeres y publicistas.

Qué bueno sería que la mujer, que intrépidamente viene librando y ganando batallas por su autonomía, por sus derechos a la igualdad, por su honra, repasara a fondo y abriera sus bellos ojos ante las nuevas formas de esclavitud y servilismo a que la viene sometiendo esta sociedad mercantilista y machista. Con el espejismo de ciertos derechos hoy por hoy reconocidos ampliamente y que le permiten un trato equivalente, la mujer, no obstante, está dejándose conducir al retorno de su ancestral infortunio: ser la explotada y sumisa servidora de la utilitarista, exigente y caprichosa voluntad del hombre… publicista.

Aunque muchas rechazan que se las tilde de simples objetos sexuales, por estas nuevas tendencias pareciera que se están empeñando precisamente en eso. En serlo.

Y no es que no las codiciemos así. Nosotros, los hombres. Pero, ¿y ellas? ¿Acabarán por acostumbrarse a ser justipreciadas simplemente por ello? ¿A que el mayor de sus méritos y su seguro de vida estén directamente relacionados al embrujo de su desnudez o al fulminante impulso de su desenfado y osadía que ahora parece habitarlas como huésped constante?

Pero, en fin, para disculparme con ellas, concretamente con las "historiadas" aquí, terminaré admitiendo con Oscar Wilde que “las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas”. Y con Sor Juana Inés de la Cruz, en acto de extrema y debida contrición, repetiré:

“Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis”


guribe3@gmail.com



Una mujer berraca

Por Germán Uribe


No tiene pelos en la lengua y dice lo que se le viene en gana, es cierto, pero a diferencia de otros, como el expresidente Uribe, por ejemplo, sus palabras están sólidamente ajustadas a lo que le dictan el corazón, la honestidad política y la firmeza ideológica, y no a los rebotes del oportunismo o al uso y abuso de la perfidia para tirarse a los demás mientras construye lo suyo.

Qué carácter y qué formidable capacidad de lucha. Y qué resistencia a los embates de sus malquerientes. Nunca antes en la historia reciente del país, al menos que yo recuerde, a una figura pública se la había perseguido, calumniado y vapuleado tanto como a esta intrépida mujer. Los depredadores de prestigios, casi todos ellos encuevados en la extrema derecha del "Puro Centro", no le dan tregua. La recalcitrante caterva uribista vela porque sus movilidad política, el cause natural de sus principios ideológicos al que tiene tanto derecho como cualquier otro, sus opiniones y desplazamientos físicos, su actividad humanitaria y hasta el mismo aire vital que respira, expiren.

Pero hay a su favor, sin embargo, en la frenética persecución minuciosamente elaborada que optaron por montarle, un contenido de envidia… y miedo, y por ello desgastan a diario sus ajadas camándulas rezando sin cesar por todas sus muertes.

Cuando Piedad Córdoba propone no importa cuál fórmula para la liberación de los secuestrados, o para buscarle una solución pacífica al conflicto armado, o cuando con su voz libertaria levanta el tono para defender las minorías y denunciar las injusticias, los desplazamientos, la desigualdad social, el hambre y la pobreza que desde Uribe hasta Timochenko todos sabemos ahí y aquí, es una tal "Teodora Bolívar" la que hace estas denuncias, o una "fariana" deschavetada a la que no solo no se le debe escuchar, sino que bueno sería silenciar en una mazmorra o en la hermética profundidad de una tumba.

Los colmos en ella no se sacian. Si habla en México o en Ecuador para decir lo que otros decimos con extrema precisión en tertulias, protestas callejeras, columnas de prensa, quejas escritas a las autoridades, o "cartas a la redacción", al decir de nadie menos que de la cabeza del Ministerio Público quien representa a los ciudadanos ante el Estado ejerciendo la facultad de intervención "siempre que se desarrolle en defensa de los derechos y las garantías fundamentales", pudo haber "incurrido en los delitos de concierto para delinquir, incitación a la violencia y asonada". ¡Hágame el favor!

Y es que para el Procurador Ordoñez, Piedad Córdoba, por ejercer su sagrado derecho de expresión, bien amparado como lo está por la Constitución Nacional, por decir sin tapujos lo que millones de colombianos nos restringimos a pensar, delinque. Es decir, ha cometido un claro y execrable "delito de opinión". ¡Cuánta nostalgia dictatorial y fascista!

Cuando le llegó la información del video de Piedad en el Cauca dirigiéndose a los indígenas, y tuvo en sus manos "el cuerpo del delito", llamó aquello "noticia criminal", añadiendo que como estaba por fuera de su competencia cualquier investigación al respecto, "exigía" la inmediata intervención de la Fiscalía General de la Nación. ¡Qué afán! ¡Qué dicha!

Ella delinque, pues, por lo que debe ser judicializada, juzgada y condenada. ¿Y de nosotros, y los otros y todos aquellos colombianos que decimos o pensamos lo mismo, señor, qué será? ¿Será que como usted dice estamos también incursos en el delito por arrogarnos ese mismo derecho al que usted llama "un fuero especial para delinquir"?

Ahora bien, cuando el señor Procurador se ensaña con esta valiente mujer ante la mirada cómplice del establecimiento, la orquestada simpatía de tantos medios de comunicación, el aplauso rabioso de la derecha política, parapolítica y narcotraficante, ¿cuál responsabilidad judicial le cabría a él, al probablemente violar con sus instigaciones desde su alta responsabilidad como jefe del Ministerio Público los artículos 13 y 20 de la Constitución Política de Colombia?

Porque es que quienes quieren ver a Piedad Córdoba en la cárcel o muerta, no podrán jamás justificarlo por el desconocimiento de la Constitución o las leyes. Simplemente lo desean porque la propaganda política trabajada en filigrana por sus opositores desde la radio, la prensa y la televisión, les ha lavado el cerebro y los tiene en un estado de alienación y vergonzosa postración, o porque, aunque conscientes de los mandatos de la Carta, ven en ella la dinamita que terminaría por erosionar sus privilegios, o porque, simplemente es mujer y por añadidura, negra, lo cual para los machistas de ambos géneros es francamente imperdonable.

Y como si lo anterior fuera poco, el Jefe del Partido Liberal, su partido, el joven Simón Gaviria Muñoz, investido por la veleidad que le proporcionan su delfinazgo y su fugaz estrella, en un arrebato más humorístico que político, vacía sobre ella su resentimiento personal a nombre de la "democracia": "intolerable, desleal y antidemocrática… (sus palabras) no sólo pueden constituir una incitación al caos y a la anarquía, sino que distan profundamente de los postulados ideológicos del Partido Liberal".

En fin, "Negra".

¡Vaya "insulto" infeliz que a esta mujer berraca, estoy seguro, la hace feliz!

guribe3@gmail.com